martes, 13 de septiembre de 2011

PRIMER VIAJE: Javalambre (I) Crónica (27 de Agosto de 2011)

Serían las ocho, de una mañana fresquita del mes de Agosto, cuando un grupo de amigos nos dispusimos a iniciar el recorrido por los pueblos de Teruel, sin objetivos concretos de frecuencia, tiempo y duración de los viajes, vamos que acabaremos cuando acabemos y haremos el siguiente viaje cuando lo hagamos. Asueto total. Ausencia de prisas. Pero asueto total no significa falta de planificación, esta es necesaria, de lo contrario nos perderíamos por esos caminos repitiendo lugares y olvidando otros. Por eso la ruta está diseñada visitando la provincia por comarcas y dentro de cada una de ellas con un recorrido elíptico procurando hacer el menor número de kilómetros posible.
Pues bien, siendo como digo las ocho de la mañana, y en el aparcamiento del Seminario del ayuntamiento de Zaragoza, lugar que pretendemos sea el inicio habitual, nos disponemos a partir con dos vehículos ocho pasajeros en esta ocasión, porque debo decir que estos serán variables en función de las ganas de viajar ese día de cada uno de ellos, de hecho para este primer viaje hay algunas ausencias que en próximas salidas no se producirán.
Hoy viajamos, José y Mariví, nuestros artistas que dibujarán con sus lápices precisos lo más bello de cada lugar, Joaquín, el Spielberg del grupo que se encargará de filmar los momentos más interesantes del día, Julia, que en esta ocasión será la fotógrafa oficial, José Mari, que se responsabilizará de ordenar todos los trabajos: cortar, pegar, enmaquetar, pulir, montar.., Luis e Irene, que en principio vienen como curiosos escépticos, esperemos que queden encantados y repitan muchas veces, y yo, que escribo.
Bueno, el noveno pasajero es Lara que no se ve en la foto, cuya función será posicionarnos cuando nos hallemos perdidos y guiarnos en lugares dudosillos, aunque no siempre le haremos caso. No pasa nada, no se enfada.
Nuestro primer destino es pues la comarca de Gúdar-Javalambre, que recorreremos en varios viajes dada su extensión; empezaremos por ir al que se va a convertir por esas cosas del destino en el primer pueblo de nuestro viaje. El honor le corresponde a: .

La Puebla de Valverde

A las nueve cuarenta estamos ya en las afueras del pueblo y es tal la avidez que tenemos por descubrir los rincones de esta tierra, que lo primero que hacemos es llenar el estómago con unos bocadillos traídos para la ocasión, con tal prisa que flaco favor le hicimos al municipio, sin duda elegimos el lugar más feo y destartalado del pueblo para tomar el tentempié y adquirir fuerzas, un montículo encima del cuartel de la Guardia Civil cien metros al fondo de la ermita de la virgen de Loreto, lleno de artilugios de las peñas para las fiestas, para más inri hacía un fresquillo que en mi opinión había que catalogarlo de frío directamente, pero los viajeros disfrutaban de él, no en vano venían de Zaragoza de padecer un calor sofocante en las últimas semanas.
   
Así que ya llenos, iniciamos el recorrido por la calle Mayor, entrando por la puerta de Teruel, las sensaciones cambian y cuando hemos llegado a la plaza de Trucharte presidida por la Iglesia de Santa Emerenciana, sentimos ya el calor de la acogida, pues aún cuando todavía no hemos hablado con ningún vecino, sin duda las casas que nos envuelven lanzan sobre nosotros la hospitalidad de sus gentes.


Breve visita al interior de la Iglesia no sin antes pedir Jose Mari unos innecesarios folletos en la Oficina de Turismo sin darse cuenta que nosotros venimos precisamente a hacer unos folletos, y escuchar la necesaria lectura de José de la ficha técnica del lugar que en días anteriores había preparado: habitantes, altitud, monumentos, algo de historia…,


continuamos  el recorrido visitando el interesante lavadero de principios del siglo XX, en su interior se siente la limpieza del lugar y aún parecen oírse las conversaciones de las sucesivas generaciones de mujeres que han frotado las prendas de sus coladas sobre los pilones del lavadero.



Tras reposar un rato en la plaza-explanada de antesala del lavadero, descendemos rápidamente hacia la puerta de Valencia, en excelente estado de conservación gracias a las reformas evidentes, que no la desmerecen en nada, al contrario, refleja el interés del municipio por su patrimonio.
Pesadamente iniciamos el camino de retorno dando por finalizada la visita tomando un café en el bar El Molino. Todavía echamos alguna foto panorámica más, antes de tomar la carretera hacia: 
Camarena de la Sierra

Ahora es cuando verdaderamente empezamos el viaje en el sentido clásico de los grandes viajeros, saboreando el entorno e integrándote en él, desde Zaragoza a La Puebla por la autovía es como si hubiéramos viajado en el túnel del tiempo, nada se ve ni se aprecia, es una línea con un destino sin entorno, todo lo contrario que ahora, el viaje es breve y placentero a través de las calizas y dolomías del Jurásico cubiertas de encinas primero y pinos blancos después a medida que ganamos altura y sobrepasamos los más de mil metros de altitud de estas tierras, su aroma penetra en el coche a través de las ventanillas abiertas y lo aspiramos con placer, tan solo al final cerca ya de Camarena, Julia, empieza a sentir los rigores de las múltiples curvas que jalonan nuestro acercamiento al pino centenario que cual olmo machadiano nos recibe en la entrada del pueblo, sin duda él también merece un poema.

La mañana ya es espléndida, el Sol está alto y su calor vence al frescor matutino, las calles están llenas de gentes bulliciosas y animadas que visitan el mercadillo ambulante que hoy sábado está montado en la plaza, nosotros por nuestra parte visitamos el segundo lavadero municipal del día que también como en La Puebla, desborda limpieza y frescor en su interior,



ya en la calle vislumbramos enseguida la torre barroca de la iglesia que nos introduce en la plaza del ayuntamiento que nos sorprende con un reloj-termómetro digital coronando su fachada ¡cosas de la modernidad!,  sin darnos cuenta se nos ha hecho mediodía (21 grados ya en el reloj del ayuntamiento, je,je) y debemos abandonar Camarena, 
aunque antes queremos asegurarnos de la viabilidad de ir a Torrijas nuestro próximo pueblo por la pista de montaña que baja desde la estación de esquí de Javalambre; un par de vecinos nos lo desaconsejan indicándonos que podemos subir sin problemas a Javalambre por la pista que sube al refugio de Rabadá y Navarro, pero que después nos dirijamos a Torrijas dando la vuelta por La Puebla de Valverde ya que la pista de bajada no está apta para turismos. No me gusta explicar tan pormenorizadamente todos estos detalles secundarios pero tienen gran relevancia dadas las contradicciones resultantes que posteriormente se producirían con el devenir de los acontecimientos.
Así pues realizamos el ascenso a Javalambre sin incidencias, salvo el estómago de Julia y su relación de amor-odio con las curvas de la carretera.
El lugar en verano, como diría Gila, está. Pero como está. Impecable, enorme, extensos aparcamientos, carretera espléndida, remontes, edificios, restaurantes.. pero todo vacío, una enorme soledad te sobrecoge porque estamos acostumbrados a la soledad de la naturaleza allí donde no esperamos encontrar hombres y esa soledad se disfruta en compañía de los sonidos del campo, pero esta que nos circunda es inesperada, allí donde todo está hecho para que las grandes muchedumbres lo invadan todo y circulen de un lado a otro ávidamente para gastar el corto fin de semana, encontramos un silencio y un vacío inesperado que nos recuerda la Castellana de Amenábar de “abre los ojos.”

 Después de hacer las fotos que nos apetecían y comer unas galletitas de chocolate gentileza de José Mari nos dispusimos a viajar a Torrijas tras desistir de seguir la pista por la otra vertiente que era la ruta programada debido a la recomendación recibida en Camarena, si bien le pedimos a Lara que nos guiase por la nueva ruta y cuál no sería nuestra sorpresa cuando nos aconsejó que fuéramos por la pista; la duda se resolvió pronto cuando Mariví recordó que unos viajeros se habían caído por un precipicio por seguir a rajatabla las indicaciones del G.P.S. afortunadamente su disertación no llegó a oídos de Lara, porque os aseguro que es muy sensible, de hecho cuando seguimos rectos tras decirnos que giráramos fuertemente a la derecha, no volvió a abrir la boca hasta que no llegamos a la autovía para decirnos en un tono más seco de lo habitual que tomásemos la autopista. 

Manzanera
Unos cuarenta minutos después de salir de Javalambre, llegamos a Manzanera, que en principio iba a ser nuestra última visita del día pero debido al cambio de ruta provocada por “el consejo,” nos dispusimos a visitarlo con cierta prisa pues a pesar de que los estómagos estaban aún tranquilos después del almuerzo, las horas que eran apremiaban para buscar un restaurante que atendiera adecuadamente a tan numeroso grupo. Iniciamos el recorrido por el Portal de Abajo a las dos y media con un sol de justicia, ya sea porque la temperatura a esa hora del día era alta, ya porque habíamos disfrutado de una mañana más fresca de lo normal para esa época del año, el caso es que nos arrastramos pesadamente calle Mayor arriba después de admirar el Portal coronado por un curioso árbol sobre el arco.

A mitad de calle justo antes de la plaza de la Constitución, junto a la Iglesia, tomamos un respiro que José aprovechó para leernos la ficha técnica de Manzanera que terminó de leer Julia debido a que los ojos de José se agotaron por el Sol, finalmente llegamos a la parte más alta del pueblo, el Castillo y el Pilón del Esclavo para bajar ligeramente al Portal de Arriba y 
desde allí cerca ya de las tres de la tarde, por una calle lateral conducidos sin duda por nuestro instinto nos dimos de bruces con el restaurante Duque de Calabria, no sabemos que relación tiene con el lugar el virrey de Valencia y esposo de la viuda de Fernando el Católico, pero si que era el sitio donde íbamos a saciar primero nuestra sed con unas cervezas mientras aguardábamos mesa; enseguida entablamos conversación en la barra del bar con unos clientes con el propósito de volver a preguntar a modo de confirmación sobre el estado de la pista, sin embargo estos nos dieron la información contraria que habíamos recibido en Camarena: “¡Vaya vuelta que habéis dado! pues claro que se puede venir en coche, no se puede en invierno, pero ahoraa…!” lástima que la cosa ya no tenía arreglo, el viaje estaba hecho y además, nos quedaba la duda de quien tenía razón. Mientras todo esto pasaba, Julia y su padre se dirigieron monte arriba al norte de la población para desde allí hacer la foto panorámica del lugar. Mírala, mírala:


Serían las tres y media pasadas cuando por fin iniciamos el yantar, que como se suele decir cuando uno queda satisfecho pero nada queda en la memoria ni para bien ni para mal, -que no es poco pedir en los tiempos que corren,- tuvo una buena relación calidad-precio. Las conversaciones de la comida fueron variadas y como en toda mesa con más de tres comensales, una torre de Babel imposible de seguir  para  un narrador.


Y hete aquí que serían ya las cinco de la tarde cuando tomamos camino hacia Torrijas, nuestro quinto municipio, el viaje aunque breve nuevamente, se hizo en silencio digestional y somnolientos, salvo Joaquín y el padre de Julia que por lo que nos convenía a todos iban bien espabilados. Bonita, bonita de verdad la vista del pueblo a la salida de una curva. Parada brusca aunque no peligrosa para no perder ángulo y fotos por doquier.
Torrijas

Reanudamos la marcha y nos plantamos con los coches al pie de la iglesia, arriba del redondeado cerro cubierto por las casas blancas y rojas. Pero no fue la bella torre barroca lo que primero llamó nuestra atención, sino sin duda el frontón de mayor aforo del mundo, incluso el de Bilbao. Allá abajo en una gran hondonada, rodeado de gradas naturales, prolongadas más arriba de las últimas edificaciones, se levantaba perdido en la inmensidad del entorno un vacío frontón, que potencialmente en días de partido podían fijar su mirada en él miles de pares de ojos cruzando sus apuestas.

Lectura de la ficha técnica de rigor por parte de Julia –los ojos de José seguían agotados-y después de visitar la plaza del ayuntamiento y la fachada principal de la iglesia, cuando el reloj marcaba las cinco y veinticinco de la tarde nos dispusimos a continuar nuestro camino.


Al llegar a Arcos de las Salinas nuestra primera preocupación fue buscar un lugar donde nuestros ociosos dibujantes estuvieran cómodos y por fin! estrenaran su cuaderno, para lo cual los acomodamos en sendas sillas que para la ocasión preparamos y colocamos estratégicamente en un lugar agradable y con una buena vista. 
Arcos de las Salinas


Los demás mientras tanto visitamos el pueblo subiendo como siempre por sus calles camino de la iglesia, 
 tras unas cuantas fotos decidimos volver con Mariví y José que suponíamos a punto de finalizar su obra;

todos excepto el padre de Julia que decidió subir a la montaña de la vertiente sur del pueblo para desde allí hacer la vista general del mismo, y es que a estas alturas del viaje, la fotógrafa oficial se había quedado sin pilas en su cámara super-reflex, ¡no te digo! La subida mereció la pena para así poder apreciar en su totalidad como la iglesia se apoderaba de todo el núcleo de casas, semejando a una clueca con sus polluelos en un lecho de chopos. Bueno aunque son fotografías hechas con un móvil, la verdad es que no desmerecen ¿no?

Ya abajo el resto de viajeros esperaba impaciente para seguir la ruta y aunque el padre de Julia les propuso suspender la visita a Abejuela hasta la próxima salida debido a lo avanzado de la tarde puesto que aún nos teníamos que alejar más de Zaragoza, no se aceptó la propuesta y es que ya estábamos todos impregnados del placer de viajar, la sola idea de dejar inacabado el itinerario programado no lo aceptan nuestras mentes, de modo que emprendemos la marcha a través de una breve incursión en tierras valencianas a nuestro último destino del primer viaje:

Abejuela

También Abejuela como Torrijas nos sorprendió tras una curva de la carretera, si bien ahora hasta tres veces paramos para fotografiarlo pues la vista siguiente siempre nos parecía más hermosa que la anterior; atravesamos el pueblo en los coches buscando dejarlos en la salida dirección Manzanera al inicio de una pista asfaltada que nos intrigaba, dada la experiencia del día. El pueblo estaba en fiestas y pudimos ver una carrera de sacos infantil, que en principio por las voces y gritos que se oían confundimos con vaquillas. Je,je.



Tras reírnos largamente de nuestro error retrocedimos hasta la iglesia, hicimos las oportunas fotos y nos dispusimos a regresar a Zaragoza pasando por Manzanera. 
 Lástima que, las prisas y el cansancio acumulado nos impidió apreciar en todo su esplendor el solemne silencio del bosque al atardecer, que durante veinticuatro kilómetros atravesamos despacio con nuestros vehículos, silencio apreciado por los urbanitas como gran tesoro, ausente de nuestras calles y plazas, silencio deseado primero y odiado después en el transcurrir de la vida cuando la soledad invade las largas horas de invierno, silencio en fin, deseado para sus creaciones por sabios y poetas…pasadas las once de la noche, agotados y felices nos despedimos hasta el próximo viaje en el aparcamiento del Seminario, donde quince lejanas horas antes llenos de vitalidad e ilusionados iniciamos éste que ha sido nuestro primer viaje por los pueblos de Teruel. Buenas noches, hasta mañana y adios.

6 comentarios:

  1. Quieres mantener oculta la identidad del padre de Julia, ¿o qué?.
    Un bonito y divertido texto:)
    Eso sí, como lo lea el que te dio las indicaciones de la pista...jaja!! pobre!
    besitos

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  2. Definitivamente Teruel sí existe! Muy interesante el blog. Voto a Dios que seguiré las aventuras de este noble caballero!

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  3. Alegre prosa, sencilla estructuración del texto... se lee en un momento. Personal y a la vez global. Ahora Teruel va a ser Internacional.
    Un mapina de los pueblos y la ruta sería ilustrativo, sobre todo para los que vivimos en el extranjero.

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  4. Me parece extraordinaria la iniciativa de contar al mundo estas bonitas excursiones, y no digamos ya los paisajes dibujados y fotografiados.
    Una valiosa información y amena lectura.
    Ya estoy esperando la siguiente

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  5. Me parece buena idea dara conocer los pequeños pero no invisibles pueblos de Teruel.Se echa de menos fotos de la natulareza del de estos pueblos y de los lugareños.

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  6. Muchas gracias por recorrer y divulgar los pequeños pueblos pues estos son los que necesitar que se les menciones y no se les oculte y silencie, lo que lamento es vuestra escasa estancia en Abejuela tiene muchas cosas naturales que disfrutar y como no visitar. <<<<<<<<<<<<<<<<hasta la <próxima.

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